
Estoy seguro de que son términos tipo Euskaltzaindia: cuatro filólogos aficionados al aguardiente de grosella reunidos para hacer crucigramas y que como no encuentran la palabra exacta que completa una línea, se la sacan de la manga y de paso la incluyen en el diccionario y así justifican sus sueldos.
Claro que a lo mejor, en las materias relacionadas con la fiesta y la juerga, los estudiosos de otros idiomas hacen lo propio con el español y se inventan palabros que suenan castellanos y que no quieren decir nada, pero que quedan profundos. Que se le ocurren a Mariano Ozores y le dan una patada en el culo, y se le ocurren a Henri Lévy-Strauss y le dan el Nobel de Metafísica.
Yo siempre he encontado de muy mal gusto las citas en otras lenguas, sobretodo si las reproducen en su propio alfabeto, que suele ser siempre el griego y con suerte, el árabe (pero el árabe siempre con un tamaño de letra tal que te puedes reventar los capilares de la retina si por un casual conoces la escritura y quieres leerla). Por ejemplo, cuando se sueltan algo como βερδκμλλέοί cuando podrían poner la transcripción literal (ensaladilla), porque ese concepto sí existe en nuestro idioma.
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