
Flamencología.
Papiroflexia.
El redondeo del euro.
El reciclado doméstico.
El método pilates.
Semiótica.
La dieta del pomelo.
Belenismo.
Historia de la negritud.
Politeismo.
Ikebana.
La maniobra de Heimlich.
Hay que acabar con:
El Olentzero. Es horrible. De alivio de luto. Comprendo que sirva de contrapeso a ese otro espanto (Santa Claus), del peor gusto posible pero es como pasar de babor a estribor en un barco zarandeado por una galerna. Para quien no lo conozca: el Olentzero es un esquizoide que elabora carbón vegetal en los bosques de Lesaka, que no se lava ni se cambia de ropa, y que sólo baja al pueblo por Navidad para vender la producción, comprar unas garrafas de patxaran y acostarse con una puta (tras mucho regateo). Los abertzales, como no tenían nada mejor para oponerse a los Reyes Magos, han intentado rehabilitarlo, y le han encargado la delicada misión de repartir regalos entre los niños que, claro, quedan traumatizados de por vida.
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