
Los balineses o los papúes aficionados al porno virtual ¿buscan en internet fotos de chicas samoyedas o esquimales a las que sólo se les ven las ranuras de los ojos en plena ventisca polar? Igual el frío les pone cachondos y cuando ya no pueden más de calor se montan con su novia un Hawai-Bombay dentro de la nevera.
Pero yo creo que a los asiáticos de climas irrespirables y sociedades tradicionalistas y jerarquizadas tienen que ponerles más las vikingas: holandesas, feroesas, noruegas, islandesas... Mujeres pálidas y rubicundas, altotas y hombrunas, tetudas y culonas, totalmente liberadas e independientes del varón: respondonas, desafectas y poco depiladas.
Seguro que los burdeles de Seúl y de Tokio están llenos de tiarronas indiferentes que se prestan a interpretar el papel de esposa moderna demandante del divorcio (bajo el régimen de gananciales) en las fantasías sadomasoquistas de sus clientes.
Hay que apoyar a:
La creación de guarderías infantiles en empresas de más de cincuenta empleados. Tampoco sería mala idea reservar un espacio para follódromos: una habitación con luz tamizada y una cama redonda donde echar un polvo con quien se preste. Total, son diez minutos y sales relajado y luego rindes más en tu puesto de trabajo. Te desentumeces, desconectas y profundizas en el conocimiento (carnal) de tus compañeros sin tener por qué sufrir una cena superpesada o una excursión aburridísima. Claro que la propuesta sólo funcionaría a pleno rendimiento entre bisexuales de ambos sexos (o por lo menos, de uno).