martes, 26 de junio de 2007

"Recortes de mi vida" y "¡Bingo!"

He estado simultaneando la lectura de dos libros. Uno estadounidense (“Recortes de mi vida”, de Augusten Burroughs) y otro español (“¡Bingo!”, de Esther Tusquets). Ambos son novelas, ambos son recientes y ambos son breves. Ambos están publicados por Anagrama. Ahí terminan todas sus similitudes.

La novela de Burroughs es un exabrupto sin pies ni cabeza y sin el menor interés, al que llegué por una crítica hiperbólica y totalmente falsa leída en algún periódico. La novela de Tusquets es una miniatura deliciosa con lo que hay que tener, empezando por lo más desacostumbrado: calidad literaria. La novela de Burroughs parece concebida como un argumento cinematográfico; y su autor ha dado en el clavo porque ya la han filmado y no sé si incluso estrenado en España. La novela de Tusquets no se puede trasladar a una pantalla, y sólo ello ya dice mucho en su favor.

Si enfrentáramos a las dos novelas en un cuadrilátero, la de Tusquets ganaría por K.O. técnico en el primer asalto. Sería como si un boxeador ucraniano de 120 kgs de peso y músculos desconocidos para la ciencia le diera una paliza a un niño vietnamita expulsado de un orfelinato por negarse a comer.

Y ahora me pregunto yo: ¿Qué presiones recibe Anagrama por parte de la editorial americana que ostenta los derechos en lengua inglesa para publicar semejante bodrio infame en lengua castellana? ¿Tiene Esther Tusquets alguna posibilidad, y no estamos hablando de una chica que empieza, de publicar en los EE.UU.? ¿Por qué si John Irving se saca un moco de la nariz y lo pega en un micrófono todos los periodistas del mundo experimentan un orgasmo? ¿Por qué si Esther Tusquets, la editora más importante de España en su momento, gran escritora y fabulosa tituladora, crea una novela entretenida e impecable como mucho su eco, minoritario, sólo llega hasta Andorra la Velha?

Se supone que los hechos narrados en "Recortes de mi vida" son reales, luego Burroughs ha escrito una autobiografía. Vale. O miente como un bellaco, o es un exhibicionista patológico. O simplemente, es estadounidense: parece que no haya un solo escritor al norte del Río Grande capaz de escribir ficción. Pero en el fondo no importa tanto: allá cada cual con su falta de pudor. Lo malo es que Burroughs escriba de pena. Que no sepa hilar un párrafo, no pueda transmitir la menor carga poética, ni dramática. Que carezca absolutamente de sentido del humor.

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