viernes, 2 de noviembre de 2007

Jaime Ignacio del Burgo

Jaime Ignacio del Burgo, esa verruga enquistada en el culo de UPN, no está contento con la sentencia del juicio de los atentados del 11-M. Yo tampoco estoy contento, la verdad. Cuarenta mil años de cárcel me parecen pocos, pues con los beneficios penitenciarios por buen comportamiento y trabajos manuales no pasarán de quince: para algo vivimos en un Estado posmoderno europeo. Pero a él no le quitan el sueño los muertos, el sufrimiento de los vivos, la amenaza musulmana. Se lo quita haber perdido las elecciones generales. Y quiere que el partido ahora en el Poder le compense los somníferos. En lugar de ir adonde quiera que se esconda José María Aznar y pedirle explicaciones por su soberbia, su estupidez, sus experimentaciones anales con los neocons estadounidenses (y vallisoletanos), su patético bigote y su fantástico pelo pésimamente peinado, prefiere ir a la prensa ultraconservadora para soltar mamarrachadas de política-ficción propias de un guionista de Expediente X sin talento. Pues espero que esta vez alguien –la judicatura, la policía, el sindicato de peritos traductores- le pida explicaciones ante un tribunal.

¿Qué han hecho los navarros para merecer a un político como Jaime Ignacio del Burgo? ¿Por qué este señor no se marcha al Vaticano para trabajar de limpiacaspas en la lavandería pontificia, se folla a unas monjitas y nos deja en paz?

Quiero aprovechar la oportunidad para saludar a Pilar Manjón.

Pilarín, guapa, que te estás pasando. Que pareces Angelica Houston en “El honor de los Prizzi”. Que seguro que tu hijo, allí donde esté, se abochorna un poco cada vez que apareces por los medios. Que ya está bien, cojones.

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