
Estuve en el cine viendo una película agradable con Uma Thurman y Meryl Streep. Ya he olvidado el título. Me llamó la atención que todos los actores y todos los extras (y salían cientos) fueran delgados cuando dicen que buena parte de los habitantes de los EEUU son gordos o muy gordos (¿O es gorda o muy gorda? Qué asco de concordancia) Queda claro que alguien miente.
Por cierto, todos los espectadores eran plenamente adultos a excepción de dos petardas sudamericanas que se pasaron la película entera royendo mazorcas de maíz (digo yo, por el ruido). En un momento dado les sonó el móvil y no sólo no se dieron la menor prisa en sacarlo del bolso sino que además respondieron la llamada vociferando como si estuvieran en el mercado de chinchillas de Cochabamba regateando con una vendedora sorda. Ni que decir tiene que me faltó tiempo para pedirles amablemente que lo apagaran. No sé, me pareció lo normal, y ellas se disculparon y obedecieron, ante la indiferencia general.
Empieza a cansarme esto de hacer siempre de malo.
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