sábado, 21 de julio de 2007

“El libro negro”

Recientemente estuve viendo “El libro negro” (“Zwartboek”) y la primera pregunta que me vino a la cabeza fue ¿por qué algunos directores de cine europeos se trasladan a los EE.UU. para rodar películas infames cuando en Europa disfrutan de una libertad creativa inigualable? Por el dinero, me respondí a mí mismo. Supongo que Paul Verhoeven, que no tiene un pelo de tonto, habrá exprimido lo suficiente a los inversonres del otro lado del Atlántico como para volverse a los Países Bajos y rodar películas de verdad sin preocuparse de su rendimiento económico. No olvidemos que los holandeses son además de unos excelentes cultivadores de tulipanes, unos temibles bucaneros. “El libro negro” me parece soberbia, su mejor obra con diferencia y sólo tiene un “pero” (bueno, dos: el título es demasiado plano): por momentos resulta poco verosímil. Está inspirada en una autobiografía, pero eso no significa que todo cuanto se narra en ella sea cierto. Lástima, porque al final uno tiene un poco la sensación de haber visto las aventuras de la madre de James Bond. La protagonista, Carice Van Houten, es tan guapa y tan femenina que produce la atracción de los abismos y –dios bendiga a las actrices europeas- no tiene el menor reparo en posar desnuda.. El guión es muy inteligente, los movimientos de cámara son soberbios (y la fotografía, portentosa), la ambientación perfecta, la música ajustada, las interpretaciones de antología…

Al día siguiente me llevaron a la proyección de “Ocean’s… ¿fourteen?” y si no hubiese estado acompañado me habría largado a los quince minutos. Total, para ver lo mal que envejece Ellen Barkin y comparar mi propio envejecimiento (igual de calamitoso) con el de George Clooney o el de Brad Pitt (este hijoputa ha debido de firmar un pacto con el diablo) me quedo en casa investigando por internet. Qué película más aburrida y mala… Qué horror.

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