lunes, 27 de agosto de 2007

ცამეტი

Es una película francesa de Gela Babluani, rodada en blanco y negro y hablada en francés y en georgiano (lengua que parece que no tenga vocales). Me ha convertido en un misántropo sin vuelta atrás. Transcurridos unos días, tengo la suficiente objetividad como para afirmarme en mi primera impresión: es la película más dura que haya visto en mi vida. Si llego a saberlo ni me la planteo. Yo creo que lo ideal es verla sin saber muy bien de qué va, sin haber leído una sinopsis ni visto el trailer. La publicidad cinematográfica hace un flaco favor a la difusión de ciertas películas. Lo mejor es verla a solas y desprevenido, sin novias femeninas ni amigotes machotes. A cuerpo gentil. Porque "Tzameti" es ante todo una película de terror. De terror verosímil y posible, incluso probable. Sin zombis. Sin sangre. Sin adolescentes. Sin estupidez


Hay que acabar con:

La adjudicación de jefaturas de libre designación en la administración foral. Eso supone que los cargos políticos bajen en el escalafón mucho más de lo que sería deseable para el administrado. Con un cambio de gobierno deberían cambiar los consejeros y los directores generales, pero no el jefe del Negociado de Bedeles del departamento de Obras Públicas y Destrozos Paisajísticos, equipable en el mundo real al becario de un botones de una empresa cualquiera. Porque el clientelismo es como de república bananera y porque el frufrú de las bajadas de pantalones en los últimos días ha provocado más de una trastorno auditivo (esperemos que pasajero)

La liga de futbol. Que un sistema de control de masas tan burdo sea tan popular dice poco a favor del carácter de la mayor parte de la gente. Pagar las millonadas que se pagan a unos analfabetos por darle patadas a un balón en un juego aburridísimo y encima concederles importancia es algo que deja a la altura del barro a la mayor parte del género humano.

Hay que apoyar a:

La gente que habla claro. Verbigracia, a quienes distinguien entre “estar normal” y “estar bien”. Los posmodernos nos quieren hacer creer que estar normal es estar gordo. Y eso es estar mal. De 22 años en adelante, el 80% de la gente está gorda. Se comprueba perfectamente en cualquier playa o en cualquier piscina. El porcentaje alcanza el 99% en regiones como La Rioja (alucinante la cantidad de gordos y muy gordos que pueblan las calles de Logroño). La tiranía de la corrección política ha impuesto un apartheid a los delgados. Cualquier persona que se mantenga esbelta a partir de cierta edad es etiquetada como “anoréxica” o “drogadicta” y si algunos gordos no lo estuvieran tanto como para no fatigarse subiendo y bajando los bordillos, se cruzarían de acera.

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