sábado, 14 de abril de 2007

"Mezzogiorno sulle Alpi"

Mezzogiorno sulle Alpi” es un álbum de Alice, artista que aquí sólo conocen los seguidores de Franco Battiato y los aficionados a las mujeres guapas. Su verdadero nombre es Carla Bissi. Como a tantas italianas, cumplir años le sienta fenomenal. Está mucho más hermosa con cincuenta que con veinte y calculo que alcanzará, al igual que las presentadoras de la RAI, su punto álgido a los cincuenta y cinco.

Alice (no entiendo la manía de tantas cantantes y actrices con quitarse el apellido, absolutamente necesario salvo que te llames Toyah o te hagas llamar Madonna) es contralto. Dice el Gran Consejo de Sabios de Radio Clásica de Radio Nacional de España que, realmente, las contraltos no existen, que sólo son mezzosopranos con vegetaciones. Cualquier persona que haya escuchado a Alice cantar, por ejemplo, “Prospettiva Nevski” sabe perfectamente que el Gran Consejo se equivoca pues una mezzosoprano caería muerta junto al piano si intentara bajar lo que baja Alice, y si no cae ni empieza a salirle humo por las orejas es que se trata de un barítono ruso travestido. A mí, cuando la canto en la ducha, se me mueven los empastes.

Mezzogiorno sulle Alpi” es, de todos los discos suyos que conozco, el que más me gusta. Se abre con “In viaggio sul tuo viso”, canción estupenda rematada con una frase en húngaro que invoca a dios. Yo soy snob y agnóstico (pero agnóstico apostólico romano) por naturaleza y por convicción y estas exquisitecen me chiflan.

Alice se atreve con una versión muy conseguida de una canción de Tim Buckley. Hay también un par de miniaturas deliciosas, envueltas en sintetizadores exangües, que terminan antes de haber empezado, y una rareza niponizante que cierra el disco dejando un regusto similar al que yo sólo he paladeado en ciertas aventuras de Corto Maltés. La audición de “Mezzogiorno sulle Alpi” y la lectura de “La fábula de Venezia” o “Corto Maltés en Siberia” me transmiten sensaciones muy parecidas.

Si Hugo Pratt se hubiera inspirado en ella para crear un personaje de dos dimensiones, Alice podría haber sido el perfecto contrapeso sentimental de Corto Maltés en sus aventuras célticas o en “La casa dorada de Samarcanda”.

Presté “Mezzogiorno sulle Alpi” a muchas personas, pero la última no me lo devolvió. Por caballerosidad, y sólo en este caso y por ser esa persona quien es, no lo he reclamado. Lo echo en falta. Me relajaba. Supongo que podría bajármelo de internet, pero no sería lo mismo.

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