martes, 12 de febrero de 2008

El rey

Ya sé que ser monárquico no está de moda. Ni siquiera está bien considerado, sobretodo por los que confunden el boato a la antigua y los linajes aristocráticos con la idea de la monarquía europea: los lectores de revistas del corazón que se saben de memoria la vida del último rey de Kabardino-Balkaria y se columpian con la habilidad de un mono por el árbol genealógico de las siete ramas espurias de los archiduques de Pomerelia. Pero yo no leo ese tipo de revistas, nunca he visto un programa de cotilleos en la tele y no mezclo las churras con las merinas (el republicanismo con el progresismo, por ejemplo).

La gente no para de decir que los políticos son esto y lo otro: su descrédito no puede ser mayor. ¿Y ahora quieren quitar al rey para poner en su lugar a un político? Un rey es mucho más de fiar que un presidente de república; y sale por un precio parecido, así que la teoría del ahorro presupuestario no me convence.

Un rey no debe ser partidista, y busca el bien del país por encima de los intereses mezquinos de los partidos políticos, cosa que no puede hacer el presidente de la república por razones obvias. Si el presidente pertenece a la oposición y el primer ministro, evidentemente, al partido en el gobierno, problema. Si ambos pertenecen al partido del gobierno, es como para echarse a temblar.

La igualdad no existe. ¿El rey está por encima del pueblo? Bueno, ¿y qué?. Un juez está por encima del pueblo, un notario está por encima del pueblo, Carla Bruni está por encima del pueblo, Pilar Bardem está por encima del pueblo, y nadie se rasga las vestiduras. No nacemos iguales, no vivimos iguales, no morimos iguales. Que en una nación hubiera una única persona constitucionalmente por encima de las demás, no me parecería un escándalo.

El rey nos une a nuestro pasado. Es lo que nos diferencia, entre otras cosas, de los países de colonización sin historia ni tradiciones. Y casi sin cultura. Es una garantía contra la americanización de las sociedades europeas.

Los seres humanos necesitamos algo de romanticismo en nuestras vidas. ¿Quién no ha soñado con su príncipe azul o su princesa durmiente, aunque luego haya tenido que conformarse con un sapo verde o con una bruja aquejada de insomnio? ¿Quién ha soñado de niño con ser el presidente de una república? Si las monarquías están obsoletas también lo están el matrimonio por amor, toda la literatura de ficción, el arte, el sentimentalismo, los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez, los sorteos de lotería …

La monarquía constitucional es propia de los países más agradables y más civilizados del planeta: España, Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein, Andorra, El Vaticano... Vale, hay otros como Finlandia, Francia, Alemania que son repúblicas donde tampoco se vive mal. Pero les falta algo.

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