lunes, 18 de febrero de 2008

Sarriguren

Me gustaría tener una conversación con el responsable del plan urbanístico de Sarriguren, ecociudad “radicalmente posmoderna” de las cercanías de Pamplona por cuyas calles transito a diario, para transmitirle mis opiniones. Estoy seguro de que es algún arquitecto blandito con gafas a lo Isabel Coixet cuyos máximos sueños consisten en vivir dentro del set de “Mujeres Desesperadas” y en tener una chacha mexicana o guatemalteca que le prepare panqueques (lo que quiera que sean). Un tipo de esos que desayunan cereales y encasquetan a sus hijos una gorra con la visera ladeada cuando van al centro comercial. Un anticristo american way of life.

Llevo tiempo reprimiendo mis deseos de escribir una carta al director de los periódicos locales para denunciar sus despropósitos. Hay un bulevar central gigantesco, despejado, ideal para organizar carreras de galgos (e incluso de purasangres) y unos callejores laterales de sentido único que te obligan a dar un giro de un kilómetro (sin exagerar) para dar la vuelta. Y no quiero mencionar la rotonda de acceso a la urbanización, donde tienes que pisar el acelerador a tope y cerrar los ojos para entrar, y sobretodo para salir, esperando que quienes circulan por ella tengan mejores reflejos que tú y un comportamiento más timorato. Se están recogiendo firmas para reclamar una nueva rotonda que evite practicar giros prohibidos en dirección contraria para ahorrar ese kilómetro de más aunque la policía local y la guardia civil acechen ocultas en las bocacalles. Pero aunque el ayuntamiento del valle transija, la planta de Sarriguren seguirá sin tener solución (salvo como sustituto del polígono de tiro aéreo de las Bardenas). Los responsables de los tanatorios de la comarca ya se están frotando las manos.

Y las intalaciones deportivas públicas están diseñada por una fashion victim que en su vida ha hecho ni hará ejercicio físico.

Hay que acabar con:

La insistente línea editorial de El País empeñada en mostrarnos la nueva presencia del islam en España como algo deseable, inevitable e irreversible. Ayer publicó un artículo delirante que se podría resumir de la siguiente manera: los musulmanes (y sobretodo, las musulmanas) harán de España un paraíso con ríos de leche y miel, pasmo de la Al Andalus califal, a poco que nos convirtamos a su religión, circuncidemos nuestros prepucios y enviemos a nuestros perros al lazareto y nuestros cerdos al crematorio. Me entraron ganas de correr a la mezquita ilegal más cercana para ser puesto mirando a la Meca. Pero me pudo la pereza.

Hay que apoyar a:

Mi médico de cabecera. Es normal. Te habla en un lenguaje inteligible. Te trata como a una persona. Tiene sentido del humor. Te ofrece la baja aunque no se la pidas. Sale a recibir a los pacientes, y nos trata por nuestro nombre de pila.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sara Montiel la cantaba mejor.