jueves, 20 de septiembre de 2007

Oryctolagus Sapiens

La población real de Pamplona es un misterio. Lleva treinta años estancada oficialmente en 185.000 habitantes, pero a nadie se le escapa que como mínimo, debe de haber el doble pues la nativa crece, a paso de caracol pero crece, y la inmigrante inmigra. Y los alumnos y docentes universitarios siempre han sido muchos (dos universidades y media dan para eso y para más). Los límites de la ciudad no paran de extenderse y a este paso Pamplona ocupará todo su amplio valle (lo veremos), y en el peor de los posibles, alcanzará la banlieue parisiense (lo verán nuestros nietos)

La mitad de las viviendas está vacía. Entonces, ¿para qué construir tanto? Urbanizar no sólo consiste en levantar edificios, consiste en extender líneas eléctricas, trazar carreteras, proporcionar servicios que atentan contra el paisaje, arrinconar a la fauna y a la flora, y convertir la agricultura y la ganadería en algo tan poco representativo de una actividad económica real como lo son las películas de Rocco Sifredi de una relación íntima real.

Ahora mismo se está construyendo, o se va a empezar a construir, en Sarriguren (segunda fase), Lezkairu, Ripagaina, Guendulain y Entremutilvas. A un ritmo constructivo similar, los rusos podrían extender Moscú hasta Vladivostok en medio siglo. Pamplona alcanzará a todas las aldeas de la comarca y los guettos de posmodernos forrados de dinero donde yo no viviría ni aunque me regalaran un chalet. Paradójicamente, el centro histórico de La Ciudad (por antonomasia) se despuebla y se degrada, en beneficio de inmigrantes que contribuyen a su despoblamiento y a su degradación

¿Para qué? ¿Sólo para enriquecer a los promotores, a los constructores y a las entidades locales que venden el suelo? ¿Quién diantres va a vivir ahí? ¿O es que pretenden hacer ley el aburrido lema progre de “papeles para todos” y consentir que se vacíen Africa por Algeciras y América por Barajas?

Hay gente que se está enriqueciendo como un restaurador de virgos sudaneses con esta política demagógica. ¿Por qué no se controla la adjudicación de viviendas de protección oficial a gente con ingresos altos o que luego no vive en ellas? ¿Por qué no se grava fiscalmente a quien mantiene su casa vacía? ¿Por qué se considera un “derecho” y no un lujo superfluo poseer una segunda o tercera viviendas que sólo se ocupan unos días al año durante vacaciones? Cuando hay personas que se independizan a los cuarenta años, y a base de ahorrar, o cuando se consiente que muchos inmigrantes vivan hacinados a razón de familia por cuarto en pisos que parecen komunalkas enanas.

No hay comentarios: