martes, 8 de mayo de 2007

Apelliditis

El Diario de Navarra publica cotidianamente una sección dedicada a los apellidos navarros. Se presenta uno, normalmente poco o nada oído, se explica su etimología, se dice cuál es su origen, quiénes lo portaron y dónde se recogió por vez primera. En Navarra el asunto de los apellidos es delicadísimo e importantísimo. Hay gente asentada aquí desde hace veinte generaciones cuyo apellido, de origen gascón o bearnés, aún levanta sospechas. En cuanto te cogen confianza los navarros te sueltan lo que yo llamo “la retahila”, o sea, sus doce o catorce apellidos conocidos. Si no te la sueltan es porque, ay, no se atreven a hacerlo, ya que alguno les falla.

Los autores de la sección presentan de vez en cuando un apellido de los corrientes en toda España, como García o Martínez, y se apresuran a decir que pueden ser y probablemente sean, de origen navarro y que forman parte de un apellido compuesto cuyo final se perdió. El nivel de autoestima de los miles de navarros cuyos padres llegaron de Andalucía y de Extremadura en los años setenta ha mejorado notablemente y el todopoderoso gremio de farmacéuticos ha protestado porque el consumo de Trankimazin va a la baja.

Se aproximan las elecciones. Este año mi voto le toca al Partido Carlista. Es algo perfectamente inútil, y totalmente democrático. Lo hago como castigo a los partidos mayoritarios. He escogido al Carlista entre todos los partidos minoritarios o folclóricos porque en las últimas elecciones sacó un número considerable de votos (568) y porque su lista es la única que incluye casi exclusivamente apellidos navarros tradicionales (dentro de un par de generaciones apellidos como Abdelkader, Velasques o Sevchenko serán ya no sólo tradicionales, sino inmemoriales, pero de momento no lo son).


Hay que apoyar a:

Los políticos con oratoria. Dan gusto los políticos franceses. No es que sean más inteligentes ni estén mejor preparados que los españoles, pero hablan de maravilla. Ves a Segolène Royale aceptando la derrota y te entran ganas de votar socialista. Ves a José Luis Rodríguez aireando la victoria y te entran ganas de averiguar en qué colegio estudió para no mandar allí a tus hijos. Me hierve la sangre cuando le escucho decir “libertáz” y “Madríz” y “prosperidáz”,liberalizar”,aperturizar”,aumentalizar” y cosas de esas. Pero lo peor es cuando dice “ciudadanos y ciudadanas”, que es un calco pobretón del “los vascos y las vascas” de José Luis Ibarretxe. Por cierto, antes me molestaba un poco que los periodistas pronuncien Sarkozy a la francesa, cuando deberían pronunciarlo a la húngara, o a la castellano-manchega si no se conoce la fonética magiar (yo no la conozco, pero creo que el acento tónico recae siempre en la primera sílaba) hasta que alguien mucho más sensato que yo me llamó “tiquismiquis”. De todas formas, me sulfuro como una mona (en inolvidable expresión de Albert Boadella) cuando esos mismos periodistas dicen Albert Camí en lugar de Albert Camus.

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