martes, 18 de diciembre de 2007

Consejos para la liberación de la mujer

Hojeando este fin de semana la revista femenina que regala el Diario de Navarra he pensado que si yo fuera mujer y lectora asidua de ese periódico, echaría espumarajos por la boca. La imagen que ofrece del antes conocido como sexo débil no puede ser más triste: una criatura llena de inseguridades, sólo interesada en trapos, pinturas, dietas de adelgazamiento y recetas de cocina, pero totalmente convencida de su superioridad respecto al hombre. Es como si una revista destinada al público masculino sólo contuviese futbol, coches, corbatas y remedios contra la calvicie y se preocupara de remachar todos los clavos del machismo más denteroso. Desde aquí, me gustaría ayudar a las mujeres en su liberación con unos cuantos consejos que nunca leerán en las revistas que hacen de ellas unas borregas descerebradas pero, oye tú, superideales.

Pasa de la moda. Ve cómoda y limpia. No te vistas para impresionar a esas amigas tuyas que te odian te pongas lo que te pongas. Calza zapatos planos. Ve abrigada.

No te depiles. A quién le importa que tus piernas no sean lampiñas si de todas formas no están bien torneadas. No te arregles las ingles. Sobretodo si vives en Afganistán y tu marido lleva una de esas barbas talibanas que le darían asco a una cabra.

Olvida las dietas. En lugar de pasar hambre, pasea. O nada, o escala, o pedalea, o juega al rugby.

No te maquilles. Como saben los mandriles, los colores vivos en la cara expresan agresividad. ¿Has visto alguna vez a una monja maquillada? ¿Y cómo es su piel? Tersa. ¿Has visto alguna vez a una monja agresiva? Y sin colorete.

No te tiñas. Si las canas hacen interesante a un hombre también pueden hacer interesante a una mujer. Y así evitarás que un peluquero gay con el gusto en el culo te aplique esas mechas asesinas que hacen que parezcas una buscona barata

Practica más el sexo. Ya no hay excusas para el miedo. No vas a quedarte embarazada si no quieres. El sexo relaja y sube la autoestima (especialmente la del varón). Con o sin amor. Aporta tu granito de arena para que, entre todos, acabemos con la prostitución.

Pasa de interesarte por la vida de los esperpentos públicos: qué te importa con quién se acuesta la tía abuela de las Ketchup o qué sucedió verdaderamente cuando el Faraón del Sacromonte no le cedió el paso a la Niña de Móstoles ante la puerta del tanatario donde velaban a Los Chanchitos. Procura subir el listón de tus conversaciones.

No leas novela romántica ni novela histórica. Son malas para la salud. Lee literatura. Si no eres capaz de resistir el síndrome de ansiedad, puedes recurrir a las hermanas Brontë y a Robert Graves pero luego cambia de género

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