miércoles, 10 de octubre de 2007

Critica, que algo queda.

El otro día, leyendo seguidas por casualidad una reseña del concurso de bel canto Julián Gayarre y una crítica de no sé qué cosecha de Rioja, me di cuenta de que ambas eran incomprensibles en un 90% de su texto, y probablemente intercambiables porque no querían decir nada. Entre una voz afrutada o aflautada o un caldo con reminiscencias o con resonancias ¿qué diferencia puede haber?

Enlazando con lo anterior y estudiando muy por encima el fenómeno Operación Triunfo y similares observo que ha desaparecido el antiguo descrédito de los cantantes que no componen sus propias canciones. Me parece muy bien. Recuerdo que se le reprochaba a Luz Casal, en los principios de su carrera, que no compusiese sus canciones. Que no fuera como, yo qué sé, Joaquín Sabina o Ramoncín. Cantar bien y tener personalidad en el escenario no bastaban. En algunas entrevistas (y nunca olvidaré una que le hicieron en Radio Requeté, donde se puso como una furia) le afeaban la conducta y yo lo encontraba normal sin detenerme a pensar que la mayor parte de los cantantes de éxito no han compuesto jamás sus temas, ni aquí ni en Burkina Faso (entonces Alto Volta). ¿Tú te imaginas que menospreciaran a Montserrat Caballé por no componer sus propias óperas?. Afortunadamente, aquella tontería pasó y ahora sucede todo lo contrario: no se valora nada el talento de quienes sí componen lo que cantan o de los vocalistas que además de imitar al inimitable Jamiroquai saben tocar un instrumento.

Hay que apoyar a:

El periodismo argentino

Cuando me faltan las energías vitales leo los foros de Clarín, el prestigioso diario argentino. Son divertidos y me hacen sentir feliz de vivir en un país civilizado donde impera el estado de derecho, donde los bancos se limitan a robarte lo que establece la ley, y donde la educación y la sanidad –por el momento- funcionan. No siempre entiendo muy bien lo que está escrito, porque los ciudadanos argentinos, incluso quienes presumen de estudios universitarios, escriben con feliz libertad ortográfica y sintáctica, además ya sabemos que:

Es la argentina una extraña
lengua, que toma y amaña
de cien idiomas: yo opino
que tiene tanto de España,
como del ruso y del chino

pero el esfuerzo está compensado con la satisfacción que procura que nos odien tanto y que lamenten ser herederos de España y no de Gran Bretaña o de Francia.

Que conste ante todo que
el español de Occidente,
como el del Sur y el de Oriente,
son aquí gallegos de...
una cosa maloliente


porque, claro, tienen la mira puesta en Nueva Zelanda y Québec, no en Zimbabwe y Níger… Fascinantes, verdaderamente fascinantes. Dudo que haya en todo el planeta otro pueblo tan pagado de sí mismo y con tan poco sentido común.

p.s.: los ripios no son míos, sino de Miguel Gil de Oto, santo varón.

No hay comentarios: