Así como hay revistas para reblandecer el cerebro de las mujeres los hombres tenemos
prensa deportiva. Pero también hay revistas, calcadas de las femeninas, supuestamente orientadas a un público varón heterosexual adulto (estadounidense o alemán en origen) con gran poder adquisitivo y el intelecto a la altura de las almorranas. Llenas de fotos fantásticas de modelos de veinticinco años con cuerpos perfectos ilustrando artículos como “Consigue unos abdominales de piedra en tres semanas” (y te preguntas ¿a quién debo matar?) “El pie de atleta: ese desconocido” o “Las últimas tendencias en parachoques para todoterrenos”, impresos en papel de primerísima calidad.
La mitad de las páginas consiste en publicidad encubierta y la otra mitad, en un rollo raro entre seminazi, hipermachista y gay vigoréxico. Me parece divertido que junto a artículos sobre los misterios del clítoris y cómo hacerle entender a una mujer que cuando es no es no, haya otros sobre las cremas antiarrugas y la depilación del escroto.
Sospecho que todos sus lectores son mariquitas vergonzantes: peluqueros, decoradores, bailarines y policías antidisturbios a quienes los misterios de las profundidades vaginales les interesan un rábano y que tienen miedo de comprar “Cosmopolitan” u “Hogar y Decoración” aunque pierden más aceite que la furgoneta de Locomía. Yo creo que en fondo el asunto consiste precisamente en meter miedo presentando a las mujeres como seres sobrenaturales con capacidades orgásmicas agotadoras aunque bajo un prisma despectivo-envidiativo, como terapia de aversión y sistema de captación de lectores de sexualidad vacilante.
Los contenidos pueden ser leídos en diez minutos (el tipo de letra es para cortos de vista y las ilustraciones son siempre más relevantes que el texto). Mucha moda (convenientemente disimulada en reportajes de todo tipo), moderneces tecnológicas (con especial predilección por las chaladuras de Bang och Olufsen), deportes de riesgo engorrosos (no basta con hacer puenting: hay que hacerlo vestido de zaldiko), cosmética (con una fijación importante por la caída del cabello), modernez políticamente correcta (ser solidario practicando escalada libre en los glaciares de Svalbard o rafting en los rápidos de Etiopía), sesiones fotográficas de alguna fulana cardada en posturas ginecológicamente comprometidas, y entrevistas a figuras del deporte que responden con monosílabos a preguntas malintencionadas que necesitarían un desarrollo de tres páginas cada una.
Pero lo mejor es el tono de compadreo de esas esas encuestas tipo:
prensa deportiva. Pero también hay revistas, calcadas de las femeninas, supuestamente orientadas a un público varón heterosexual adulto (estadounidense o alemán en origen) con gran poder adquisitivo y el intelecto a la altura de las almorranas. Llenas de fotos fantásticas de modelos de veinticinco años con cuerpos perfectos ilustrando artículos como “Consigue unos abdominales de piedra en tres semanas” (y te preguntas ¿a quién debo matar?) “El pie de atleta: ese desconocido” o “Las últimas tendencias en parachoques para todoterrenos”, impresos en papel de primerísima calidad.La mitad de las páginas consiste en publicidad encubierta y la otra mitad, en un rollo raro entre seminazi, hipermachista y gay vigoréxico. Me parece divertido que junto a artículos sobre los misterios del clítoris y cómo hacerle entender a una mujer que cuando es no es no, haya otros sobre las cremas antiarrugas y la depilación del escroto.
Sospecho que todos sus lectores son mariquitas vergonzantes: peluqueros, decoradores, bailarines y policías antidisturbios a quienes los misterios de las profundidades vaginales les interesan un rábano y que tienen miedo de comprar “Cosmopolitan” u “Hogar y Decoración” aunque pierden más aceite que la furgoneta de Locomía. Yo creo que en fondo el asunto consiste precisamente en meter miedo presentando a las mujeres como seres sobrenaturales con capacidades orgásmicas agotadoras aunque bajo un prisma despectivo-envidiativo, como terapia de aversión y sistema de captación de lectores de sexualidad vacilante.
Los contenidos pueden ser leídos en diez minutos (el tipo de letra es para cortos de vista y las ilustraciones son siempre más relevantes que el texto). Mucha moda (convenientemente disimulada en reportajes de todo tipo), moderneces tecnológicas (con especial predilección por las chaladuras de Bang och Olufsen), deportes de riesgo engorrosos (no basta con hacer puenting: hay que hacerlo vestido de zaldiko), cosmética (con una fijación importante por la caída del cabello), modernez políticamente correcta (ser solidario practicando escalada libre en los glaciares de Svalbard o rafting en los rápidos de Etiopía), sesiones fotográficas de alguna fulana cardada en posturas ginecológicamente comprometidas, y entrevistas a figuras del deporte que responden con monosílabos a preguntas malintencionadas que necesitarían un desarrollo de tres páginas cada una.
Pero lo mejor es el tono de compadreo de esas esas encuestas tipo:
“Tú prefieres las tetas:
a)grandes
b)muy grandes
c)descomunales”
y esos artículos de investigación científica (“Los penes españoles tienen una media de 13,68 cms”) ilustrados por si las moscas con fotos de obeliscos egipcios o de bolardos holandeses


Carla Bruni es la nueva amante oficial de Nicolás Sarkozy y la prueba concluyente de que el romanticismo femenino es un mito.

El departamento de Cultura ha presentado las películas que competirán el año que viene en los festivales de Cannes, Berlín y Venecia representando a la vigorosa industria cinematográfica navarra. Estos son los argumentos de todas ellas ordenadas según su género, que no según su mérito:


Está visto que el conflicto árabe-israelí necesita propuestas novedosas. La reunión de Annapolis de este fin de semana ha fracasado como todas las anteriores, ya se celebraran en Madrid, en Roma o en Tegucigalpa, por darle vueltas y más vueltas a los rollos macabeos de siempre. Hay que ejercer el poder de la fantasía. Y como a mí me gusta predicar con el ejemplo, ahí van unas ideas que Condolencia Rice y sus colegas de Oriente Próximo pueden utilizar sin pagarme un sólo dólar por derechos de autor. Ordenadas según sus probabilidades de éxito.




De un tiempo a esta parte parece que estemos viviendo una cruzada en favor de la circuncisión. Ahora resulta que los circuncidados están menos expuestos a los riesgos del sida. Tiene gracia, considerando que el sida hizo estragos en los EEUU, donde mutilan a todos los niños en cuanto nacen, y los esté haciendo en Africa, donde la mayor parte de los varones sufre idéntica operación en la adolescencia.
Hace tiempo estaba tomándome un cortado en el mostrador de un bar cuya clientela era mayormente jovenzuela. Creo que estaba sintonizado el hilo musical. Había otro tipo de mi edad, tomándose una caña, a considerable distancia de mí. El caso es que después de un par de canciones ramplonas se escuchó “Yo tenía un novio que tocaba en un conjunto beat” de Rubi y los Casinos, a la que nadie menor de 40 años prestó atención. Cuando llegó el estribillo (ye-ye..) el otro tipo y yo soltamos nuestras bebidas y lo tarareamos al unísono, para pasmo de la camarera y de la concurrencia. 














